AVALON

JULIO 2010

 

En Glastonbury (Inglaterra) se encuentra el JARDÍN DEL CÁLIZ, lugar donde la Paz y la Belleza son la esencia que impregna árboles, flores y cada uno de sus rincones. La ternura y suavidad de sus parterres, la majestuosidad de tilos, tejos y otros grandes árboles, como el gran roble que lo preside, le dan un porte atemporal que facilita sentirse transportado a un lugar fuera del tiempo, a pesar del ruido del tráfico que se cuela con frecuencia en el recinto.

 

Tomé del agua ferruginosa de su fuente y frente a ella me senté y experimenté una inmensa sensación de gratitud que desbordó mis ojos y mi corazón. Ésta era la razón de mi venida hasta aquí, para agradecer y recibir un magnífico regalo.

 

Lo disfruté el máximo de tiempo hasta que hube de regresar al punto de encuentro en el centro del pueblo, pasando antes por la Iglesia anglicana de SAINT JHON, que me sorprendió por su estructura como lugar de encuentro social donde poder tomar un té y una porción de tarta, charlar y jugar, pues los niños tenían un confortable lugar para ello.

 

Había ofrendas florales de gran imaginación y exquisitez con los más bellos ejemplares de los jardines del lugar. La energía en el transepto era hermosa y clara, azul y rosada en la parte alta. Me mostró imágenes de una novia que era llevada al altar, pero sin novio que la acompañara. Sólo el oficiante, que la tomaba del mundo y la entregaba al servicio de la Diosa, destinada a no conocer hombre, sintiendo la soledad y el abandono que en ocasiones siento.

 

Fui por dos veces llevada a ese altar en épocas diferentes. Entonces lo intuía y ahora lo tengo claro, es un error negar o anular una parte de nosotros, la masculina en este caso, con lo que cercenamos la mitad de nuestra humanidad. El mismo error cometido en siglos posteriores anulando la parte femenina. Ahora es el momento de integrarlas y honrarlas para alcanzar la plenitud individual y colectiva.

 

Por la tarde en la ABADÍA paseamos sin prisa, admiramos sus árboles y tratamos de sentir las poderosas líneas telúricas que atraviesan el recinto: la de San Miguel y Santa María, que nos aportaron mucha placidez. Terminamos formando una margarita de pétalos humanos en torno al estanque redondo, donde nos tumbamos para impregnarnos de ella.

 

La búsqueda de algo caliente para cenar se convirtió en el calvario del día por la indecisión y contínua indefinición de mis acompañantes y la mía propia, hasta que decidí cenar en la habitación, pues comida tenía de sobra. El calor debía encontrarlo sola en mi interior.

 

La ascensión al monte TOR, tranquila y bajo un ardiente sol no me hacía pensar en la maravillosa experiencia que fue estar en su cima. Como un autómata me dirigí a la torre que lo culmina. Hueca y accesible por dos puertas enfrentadas. Me senté dentro a meditar y sentía la espiral de energía suave y poderosa a la vez que me elevaba. Sin poderlo evitar empecé a entonar un canto, una vibración que convocó al grupo y lo envolvió. También atrajo a un mago que con su guitarra se incorporó a la torre y desde ella emitía notas que abrazaban desde dentro, todas las células una a una, en una explosión de infinita ternura y belleza. Quise ver su rostro, pero apenas vislumbré sus brazos pues mis párpados se resistían a abrise. Cuando recuperé la capacidad de moverme, el mago había desaparecido.

 

Salí por una de las puertas y comencé a caminar entorno a la torre, un círculo completo y otro y otro. Mis pies me llevaban no sabía con que fin. Suavemente se pararon frente a la otra puerta y entré por ella atravesando la torre y cayendo al otro lado, en medio de la alta pradera, lejos de las miradas indiscretas y comencé a llorar plena de emoción. Tras largo rato fui recuperando algo de contacto con la tierra y la capacidad de analizar lo ocurrido. Las vueltas a la torre me intrigaban y por fin comprendí que habían sido tres y media, trazando un símbolo de Reiki de protección para todos los que la torre albergaba. Era el cierre de la ceremonia que había tenido lugar, de conexión con la Fuente Infinita, de la que había sido oficiante improvisada. Di  las gracias por tal honor y por las bendiciones recibidas, una vez más.

 

Magnífico peregrinaje a la mañana siguiente a Cornualles donde el viento nos limpió a fondo de miedos y congojas en el Castillo de TINTAGEL.

 

La Cueva de los Merlines nos aportó uno de los momentos culminantes del día al reunirnos en apretado círculo para meditar, mecidos por el rumor del viento y del oleaje que iba invadiendo la cueva. Tras armonizarnos y paladear la unión, una visión vino a colorear la escena. Apareció un dragón verdiazul que venía desde el mar y otro rojo y anaranjado que lo hacía desde tierra. Nos protegieron con sus alas y volcaron el fuego de sus fauces en el centro del círculo, donde se fundieron en una gama de violetas que absorbió todas las energías densas, todos los temores que nos invalidaban antes y ahora, dejándonos livianos y transportados.

 

Repetimos en la Iglesia en la cima del acantilado, que tan trabajosamente habíamos recorrido y admirado. Entonamos tres OM que pusieron de manifiesto la armonía reinante.

 

En una tarde de lujo, despejada y tranquila, nos adentramos en un bosque encantado hasta llegar a la cascada de las hadas. Me aparté a la vuelta para tratar de tomar contacto más directo en los muchos rincones donde se sentía su presencia. Sentada a la orilla del arroyo purifiqué pies y manos,  me encomendé y encomendé a mis compañeros de viaje a sus cuidados, agradecí y ofrecí me acompañaran a mi casa, aun cuando les resultaría menos confortable que su hermoso hábitat. Su timidez se justificaba ante el trasiego constante de transeuntes. Aun así debieron transportarme en algún momento, pues no oí cómo pasaba por el camino todo el grupo y me quedaba la última, teniendo que correr al final para incorporarme al autobús, ya dispuesto para la marcha.

 

En los días posteriores nos esperaban Stonehenge, Avebury, Salisbury y los Círculos de Trigo, pero ... eso es otra historia.

 

Mara Cascón

Viaje realizado con www.viajessagrados.com . Fue un auténtico placer por la atención recibida, la belleza del programa y la eficiente organización.

 

88. ÁVALON óleo sobre lienzo 90x60 ©Mara Cascón
88. ÁVALON óleo sobre lienzo 90x60 ©Mara Cascón

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